Encarnación, arte y belleza.
DOI:
https://doi.org/10.22199/S07198175.2009.0002.00007Resumo
Así como la creación del universo se nos revela como un desborde amoroso y fecundo del poder creador de Dios Padre, es decir de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo: Santísima Trinidad, horno ardiente de Caridad. De igual modo la irrupción de Dios en el tiempo se nos revela como un acto de amor y misericordia infinita hacia sus criaturas después de la Caída, irrumpiendo en la historia y en la contingencia (que en la eternidad se mece), en el polvo y también en el barro. Junto a la creación de Dios, la impronta sacerdotal del Arte en el tiempo nos ha ido revelando otras dimensiones de lo real, ya que todos los lenguajes artísticos partieron de una primera fuente mágico – religiosa, incluso es posible que su ejercicio primero estuvo a cargo de un shaman o sacerdote y pese que a través del tiempo se ha transformado en una vocación secularizada con perdida de su sentido sagrado no ha logrado perder su dimensión mágica hasta hoy.
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